La Deriva como procedimiento
Conferencia / Performance
En el texto que orienta el trabajo de estas jornadas se plantean dos preguntas articuladas entre sí. Ambas, en torno al tema que nos convoca, son decisivas: ¿En qué medida el arte sigue demarcando un territorio de pertenencia diferencial en su relación con el paisaje? ¿Se tratará, más bien, de provocar procedimientos que promuevan cierta “sensibilidad situacional” del sujeto en el orden del paisaje. Me gustaría abordar el problema haciendo ejercicio de esa sensibilidad situacional que tan bien expresa la segunda pregunta. Por esta razón leeré a continuación una serie de breves textos, pero también ejecutaré música con diversos dispositivos electrónicos y les mostraré también una serie de imágenes. El planteo será, entonces, performativo. [Nota: en la presentación original deLa Deriva como procedimiento se ejecutó música en vivo y se mostraron más de cien imágenes]
Pero antes de comenzar tengo la necesidad de leerles algunos presupuestos que me permitieron organizar el trabajo, tanto ideológica como operativamente. Esto exige de quien escucha, lee y observa (a ustedes me refiero, claro) suma atención, pero no sobre todo lo que se suceda de aquí en más, sino sobre algo. Es decir: solicita que se intente poner en juego la capacidad (tantas veces anestesiada) de relacionar, de encontrar patterns. Patrones que sean significativos para cada uno de ustedes (y no los mismos para todos). Esto es: no solamente desarrollar y evaluar en el texto, la música y las imágenes los modos en los que se manifiestan las relaciones entre procesos y objetos (la más obvia y habitual en nuestros abordajes) sino también las relaciones existentes entre metaprocesos y metaobjetos. Entiendo que encarar este segundo par contribuirá significativamente a situarnos.
(...)
Acerca de los contenidos de mi presentación: Debord ha escrito que una o varias personas que se entregan a la deriva “renuncian durante un tiempo más o menos largo a las motivaciones normales para desplazarse o actuar en sus relaciones, trabajos y entretenimientos para dejarse llevar por las solicitaciones del terreno y por los encuentros que a él corresponden”. He partido de esta idea que Debord y otros situacionistas plantean. Pensaremos juntos sobre el acto simple de caminar —y en particular el “caminar filosófico”— que, en los tiempos que corren, parece constituir un acto subversivo.
1. Usamos la palabra derivar cuando nos referimos a la procedencia de alguna cosa, a encaminar o conducir voluntariamente una vía de agua hacia otro cauce. También para indicar que es posible formar una palabra a partir de otra. Habitualmente utilizamos la expresión “navegar a la deriva” cuando queremos indicar que una nave o una persona están sin gobierno debido a causas no controlables.
2. Quien es mirado o cree que es mirado levanta la vista: “(…) Experimentar el aura de un fenómeno significa dotarlo de la capacidad de alzar la vista”, escribe Benjamin. La poesía de Baudelaire despliega una guerra desigual contra la pérdida de la percepción aurática: será derrotada en la batalla por la mirada que se seculariza y produce el achatamiento lo que el paseante percibe. Dice Benjamin que Baudelaire “describe ojos de los que diríamos que han perdido la facultad de mirar”.
3. Cuando Debord se da cuenta que es posible desarrollar una suerte de exilio utilizando como referencia primera la imagen del paseante de Baudelaire, retoma los pasos de ese paseante. Subvierte así la dinámica de la moderna sociedad urbana en un juego, un acto ocioso “que no produce nada de utilidad práctica”: caminar. Así nace la deriva como procedimiento. Sin embargo, el parisino Debord jamás podrá exiliarse del charme —que es, como afirma Montesquieu, el lugar “en el que sólo hay cantos de armonía”—, y en lo esencial, su propuesta consistirá en resistir dentro del espacio de su propia ciudad.
4. A la idea de que todo desplazamiento obedece, en principio, a alguna razón (se encuentre esta relacionada con el trabajo o con el ocio) Debord sobreimprime que el valor diferencial de su procedimiento reside en no reivindicar razones ni metas por fuera de las leyes que la propia deriva autoimpone.
(...)
[El texto completo fue presentado en las Jornadas de Paisaje, Ambiente y Ciudad de la Universidad Nacional del Litoral (2014) y publicado en 2016 por la misma universidad.]